Por Isabel Franco
La desfachatez, insolencia y soberbia con que conducen los choferes de guaguas en nuestro país es un tema que debería movernos a todos a tomar acciones en busca de soluciones para esta situación, que aunque muchos no le están prestando la atención debida, es gravísima.
Estos asesinos potenciales, se trasladan de un sitio a otro de la ciudad irrespetando todas las señales de tránsito, circulando por las urbanizaciones privadas, por los túneles y los elevados aún cuando está prohibido. Pero lo más sorprendente es que nadie se mete con ellos, nunca he visto a un miembro de la AMET u otra organización tomándole la licencia o metiendo preso a uno de ellos. Estos matan, atropellan, chocan vehículos y siguen como si nada hubiera ocurrido, y AY de aquel que le llame la atención porque en seguida corre peligro por su vida.
Hace unos días me comentaba un amigo usuario de estos servicios, que la mayoría de estos insensatos consumen drogas narcóticas a lo cual le contesté el porque no lo denunciaba y el me contestó que ellos le conocen y podrían matarlo.
Considero que además de este amigo son muchos los que ya saben esta situación, incluyendo los dueños de estas líneas de autobuses que son los responsables de contratar a este personal.
Pero como en nuestro país la gente pierde mas tiempo criticando y con politiquería barata, no se enfocan en detalles que son de vida o muerte.
Yo pregunto ¿existen estadísticas de los accidentes que estos energúmenos han causado? ¿Cómo se eligen para estos cargos?
¿Se les da seguimiento? ¿Se les practica la prueba antidoping?
A todas estas preguntas probablemente la respuesta sea no, pero ahí, no queda el asunto porque los flamantes millonarios dueños de autobuses paran al país cada vez que les da la gana.
Llama la atención las frías palabras del señor Hubieres en relación a la muerte de varios niños en manos de uno de estos choferes: “Un accidente le pasa a cualquiera”, es verdad que le pasa a cualquiera pero en este caso, al igual que la mayoría en que están involucrados estos dueños del país, es debido a su imprudencia, a manejar en estado de embriaguez o drogados.
Este problema se les ha ido de las manos a las autoridades y es muy lamentable que tanto ellos como los involucrados en este problema se consideren exentos de que les llegue a ellos. Existe la justicia divina, y el brazo de Jehová no se ha acortado, por tanto, si la justicia terrenal no actúa, Dios se encargará de ellos.
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