La mayoría de propuestas de políticas públicas son arduamente debatidas por miembros de la sociedad civil y políticos con visiones diferentes de los modelos que se deben seguir para lograr el desarrollo económico de un país. El único tema en que todos parecen coincidir es que para lograr un crecimiento a largo plazo, la educación es de vital importancia. Sin embargo, parece que el presidente Leonel Fernández no está de acuerdo.
A pesar que la Ley General de Educación establece que se debe invertir el 4% del PIB en educación, medida que varios sectores de la sociedad civil apoyan, en el 2010 el gobierno destinó poco más del 2% del PIB para esta área. Debido a este escaso presupuesto nuestros maestros no pueden recibir la capacitación que merecen, nuestros niños no pueden recibir clases en los planteles que merecen, y no pueden recibir un desayuno escolar digno y saludable que les permita mantenerse enfocados en aprender la lección y no pensando en la hora del almuerzo.
Esta carencia se ha visto reflejada en la calidad de la educación. En el Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial del 2010, la calidad de la educación primaria de la República Dominicana ocupó el puesto número 137 entre 139 países.
Nuestros pares latinoamericanos han reconocido la importancia de invertir en educación y han actuado de manera acorde. Según datos recientes de la CEPAL estos invierten en promedio el 4.8% de su PIB en educación. Es decir, la RD invierte en educación solamente el 46% de lo que invierten en promedio los países latinoamericanos.
En su discurso el pasado 27 de febrero el presidente Fernández justificaba el bajo nivel de inversión diciendo que la mayor inversión no necesariamente resulta en mejor calidad.
Sin embargo, es difícil decir que no es necesario invertir más en educación cuando un estudio de las Naciones Unidas demuestra que de las 12 mil 800 escuelas públicas que alojan a dos millones de alumnos en la RD, sólo 61% cuenta con agua potable, 39 por ciento tiene biblioteca y únicamente el 15.7 por ciento tiene sala de computación.
No será posible mejorar la calidad de la educación si no tenemos maestros con suficiente capacitación y motivación para hacer bien su trabajo. Para motivar a los maestros hay que remunerarlos bien. Sin embargo, el sueldo base de los maestros en la RD es el equivalente a US$210 dólares americanos mensuales, mucho menos que sus colegas en Panamá (US$480), y El Salvador (US$430).
Adicionalmente, estos necesitan recibir la capacitación necesaria para poder enseñarles a sus alumnos las destrezas que van a necesitar para sobresalir en el mercado laboral del siglo XXI. Todo esto requiere fondos.
Si bien es cierto que en algunos países el incremento en inversión no ha dado los resultados esperados, el invertir recursos de manera eficiente en las áreas de mayor necesidad ayudará a mejorar la calidad de la educación en la RD. Necesitamos destinar recursos para mejorar la calidad de la infraestructura educativa, capacitar y evaluar a nuestros docentes, para apoyar programas de desarrollo infantil temprano, y para incrementar la tecnología disponible a nuestros estudiantes. Solamente a través de mejorar la calidad de nuestro sistema educativo podremos romper el círculo vicioso de desigualdad y pobreza que afecta a la RD. Es hora que el gobierno deje de dar excusas y comience a actuar para proporcionarle a nuestra juventud las herramientas necesarias para salir adelante.
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